
Hoy me he levantado temprano para estar mas tiempo sin hacer nada.
Ante mi veo pasar las horas desgranándose en segundos, es sábado esta nublado, melancólico, triste y muy tranquilo, a lo lejos oigo, como un murmullo suave, a quien pasa de puntillas mientras yo pienso, con un gesto de infinito respeto a mi intimidad.
Inerte, casi, en el confort de mi mente, atrapado en mi condena, aunque ya en libertad con cargos, mis dos guardianes me escoltan como soldados de plomo que cumplen ordenes solo a mi voluntad.
El canto de mis jilgueros me saca de mi letargo para recordarme que estoy vivo, como un pequeño paréntesis, pero me vuelvo a sumir en una soledad elegida que me adormece los sentidos, y me llena el alma de un bienestar casi etílico, así mi aura se llena de silencios, pero mi mente trabaja como en una huelga a la japonesa y me satura con una producción desmesurada, y no puedo plasmar en estas lineas todos mis pensamientos, muchos se pierden en ese frenesí. De pronto se abre una puerta y su sonido me devuelve a lo terrenal, como salvándome de esta tempestad que me abruma dandome la oportunidad de poner en orden mis pensamientos y recuperar el ritmo de las horas.
Me siento un ser afortunado de poseer esta habilidad, que me permite estar rodeado de una multitud y sentirme solo, como escapando a voluntad a mi tejado y sentarme a mirar el horizonte, con la única compañía de mis pensamientos.
Ante mi veo pasar las horas desgranándose en segundos, es sábado esta nublado, melancólico, triste y muy tranquilo, a lo lejos oigo, como un murmullo suave, a quien pasa de puntillas mientras yo pienso, con un gesto de infinito respeto a mi intimidad.
Inerte, casi, en el confort de mi mente, atrapado en mi condena, aunque ya en libertad con cargos, mis dos guardianes me escoltan como soldados de plomo que cumplen ordenes solo a mi voluntad.
El canto de mis jilgueros me saca de mi letargo para recordarme que estoy vivo, como un pequeño paréntesis, pero me vuelvo a sumir en una soledad elegida que me adormece los sentidos, y me llena el alma de un bienestar casi etílico, así mi aura se llena de silencios, pero mi mente trabaja como en una huelga a la japonesa y me satura con una producción desmesurada, y no puedo plasmar en estas lineas todos mis pensamientos, muchos se pierden en ese frenesí. De pronto se abre una puerta y su sonido me devuelve a lo terrenal, como salvándome de esta tempestad que me abruma dandome la oportunidad de poner en orden mis pensamientos y recuperar el ritmo de las horas.
Me siento un ser afortunado de poseer esta habilidad, que me permite estar rodeado de una multitud y sentirme solo, como escapando a voluntad a mi tejado y sentarme a mirar el horizonte, con la única compañía de mis pensamientos.